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La colegiala tomó la delantera y se despojó lentamente de su ropa, dejando que su cuerpo desnudo hablara por sí mismo, invitando a su compañero a unirse en un baile erótico.
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La amiga le susurró al oído que tenía la intención de no detenerse hasta que él se rindiera a un placer incontrolable y ella alcanzara la máxima satisfacción.
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En el apartamento, ella lo tomó de la mano y lo guió hacia un camino de intensidad y pasión, asegurándole que no pararían hasta que ninguno de los dos pudiera resistir más.